jueves, 20 de mayo de 2010

EDITORIAL EDICIÓN NÚMERO 7

Dos hechos ocurridos durante los últimos días no deberían pasar desapercibidos. Y no están relacionados directamente con la política sino con las instituciones y organizaciones sociales. El primero se dio un viernes por la noche en el Centro Comercial en el marco de una conferencia sobre las perspectivas económicas para este año, a cargo del Lic. Carlos Seggiaro. Más allá de la disertación del especialista, fue muy interesante escuchar las preguntas, reflexiones y opiniones que luego de la charla expresaron industriales, profesionales y productores agropecuarios de la ciudad y la región. Mostraron un conocimiento de la realidad económica y política general, y de sus actividades en particular digna de destacar. Estas manifestaciones demostraron el nivel de preparación de quienes forman parte del aparato productivo regional. En los tiempos que se viven no hay lugar para improvisaciones y ese mensaje parece haber sido rápidamente asumido por los empresarios del agro y la industria de nuestra ciudad y la zona.
 
El otro hecho tuvo lugar pocos días después. La visita del Comipaz no fue una más para los varillenses. Los integrantes de esta organización interreligiosa que trabaja a favor de la paz, que disertaron en el marco de las actividades previstas por el Bicentenario, dejaron en claro que es posible el respeto mutuo sin que ello implique eliminar las diferencias que, lógicamente, existen entre las distintas religiones. No apelaron a que las diversas creencias se fusionen sino sólo a que convivan armoniosamente.

Ambas situaciones deberían servir de ejemplo para muchas personas y especialmente para nuestra dirigencia. Una porción importante de ésta, lamentablemente, sigue atada a una forma de hacer política propia del pasado. Cree que está preparada para hacerse cargo de la gestión pública por el solo hecho de tener “muchas horas” de comité o de unidad básica, descuidando que los tiempos han cambiado y el manejo del Estado ya requiere otro tipo de conocimientos. Deberían consultar más seguido a quienes, desde hace varios años, vienen gestionando las industrias que hicieron crecer nuestro pueblo.

Pero no sólo le hace falta mayor preparación técnica a algunos de nuestros cuadros políticos. Muchos de ellos también tienen una importante carencia desde el punto de vista humano. Siguen considerando al oponente como un enemigo al que hay que derrotar y con el que nunca han de juntarse ni a charlar. No queremos insistir demasiado con un tema que venimos planteando desde hace varios números pero tampoco podemos obviarlo. Si líderes religiosos, que representan credos históricamente enfrentados y que fueron el origen de terribles guerras y divisiones, pudieron un día reunirse y convivir, ¿cómo es posible que aquí ese diálogo sea tan difícil de conseguir? Quizás no sea el mejor ejemplo en estos días de debacle económica de varios países europeos, pero el caso español del “Pacto de la Moncloa” debería ser considerado de una vez por todas en nuestra ciudad. ¿Se alcanzará alguna vez un “Pacto Varillense” entre políticos, representantes de instituciones intermedias y ciudadanos, que establezca cuáles son sus coincidencias, cuáles sus diferencias y cuáles los límites de la lucha por el poder?

Creemos que no aporta nada discutir permanentemente sobre los atributos de personalidad, el tono de voz, o la vida privada de la dirigencia, oficialista u opositora. Ese “pacto” al que nos referimos, debería incluir ideas acerca de nuestra ciudad hacia las que deberían orientarse la actual y las próximas gestiones. Y, una vez acordadas, mantenerlas en el tiempo y no cambiarlas cada vez que asume un nuevo equipo. Porque el secreto de los países que progresaron y de las ciudades exitosas no es que sus habitantes son más inteligentes que nosotros sino –creemos- que pudieron continuar con lineamientos de gestión acordados entre todos sus actores sociales. Los resultados están a la vista.-